lunes, 17 de mayo de 2010

(Des)encuentros (des)esperados.


(Andrea Maturana)


Roce 3.

"(...)
- He sido bastante feliz. He tenido mucho de lo que cualquier persona podría desear. Pero meses atrás desperté y no había nadie al otro lado de la cama. Miré la puerta y ahí estaba Eugenia, de pie y sosteniendo un gran bolso con sus cosas. "Me voy", me dijo. "Nunca dejé de estar sola a tu lado". Y salió con una calma inusitada dejándome ahí, sin saber qué hacer. Ni siquiera lloré, aunque todavía se me atraviesa el dolor. No es una pena por Eugenia o porque se haya ido, sino por lo que me dijo. He estado pensando en eso y me doy cuenta que es verdad: en estar con otro hay el espejismo de una comunión que no alcanzamos nunca (...) Yo sé que Eugenia no me dejó por otro. Que va a salir con su maleta a buscar y que no va a encontrar nunca, porque ese dolor de la separación es como una condena. Yo también lo siento. Por eso quería hablar con usted. Porque la beo subir este ascensor y pienso que alguna vez debe haber querido detenerlo en cada uno de los pisos para ver si a la bajada se encontraba de frente con el hombre que sueña para usted. Y no lo ha hecho por pudor, pero sabe que si lo hiciera jamás encontraría lo que busca porque eso no existe. Porque no podemos liberarnos de nuestra compañera soledad. ¿O no?
- No tiene derecho a decirme eso. Yo no lo conozco. Y usted está muy solo, pero me agrede intentando convencerme de que yo también lo estoy. Eso es cosa mía y a usted no le hace ninguna diferencia lo que a mí me pase. Por favor eche a andar este ascensor y déjeme seguir con mi vida a mi manera.

- ¿Por qué no me mira? Tal vez verme le ayude.
- No sea ridículo. Yo no he venido a pedirle ayuda.
Estoy haciendo el mismo camino que hago todos los días.

- Como quiera.
Aprieta nuevamente el botón que marca el nueve y se aleja de mí. Me siento extraña, cargada de rabia. Ese hombre ha invadido mi espacio de trabajo y mi vida sin ninguna autoridad. Creo que me duele lo que me dijo y creo que no quiero que me importe. Necesito bajarme del ascensor lo antes posible y ver si encuentro algo de calma y distracción en mi eterno nueve.
- Está bien. Bájese. Pero antes de hacerlo, dígame una última cosa. ¿Cómo se llama?

- Eugenia - le digo, y me bajo sin mirarlo, aliviada.
Sé que olvidaré ese episodio con una facilidad insólita.
No puedo recordar a alguien que no huela a nada"



El relato habla por si solo...
Es uno de mis libros favoritos, sobre todo el roce 3.
Lo leí el 11 de septiembre del 2007, en la foto...

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