Hoy día lo vi, fue con su papá por primera vez.
Cuando el papá me empezó a hablar sobre las amistades y de que los amigos no estarían siempre, él me hizo un gesto giñándome el ojo, sin que el papá se diera cuenta. Ya me había dicho antes que eso iba a pasar.
Y sentí la complicidad entre ese adolescente de 16 años que va solo a las sesiones, que nunca falta, que al principio me mentía o no decía, y con el que ahora poco a poco nos hemos ido vinculando, de manera en que hoy soy parte de su vida.
Y él de la mía.
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