miércoles, 25 de marzo de 2009

Historias de tránsito.

Maite volvía de su diario cuento rutinario, esta vez quería sentirse cómoda. Las micros del Transantiago las encontraba apestosas, no se podía dormir por la dureza de sus asientos, toda la gente la miraba de reojo cuando se iba sentada porque era una joven que debería ceder su asiento... Cosas de Santiago, claro...
Maite vivió toda su vida en Chimbarongo, junto a su abuela, la mami, y luego se vino a Santiago a estudiar a la Universidad. Siempre fue una buena niña, no emitía comentarios cuando no debía, pero sí era muy observadora y perceptiva.
En la Universidad todo iba bien, tenía nuevos amigos y la carrera que había escogido le gustaba; aunque no había sido su primera opción, pero estaba feliz con ella... Después de todo, por algo pasaban las cosas y ya del hecho de llegar a esa Universidad y no a otra, era un sentimiento repleto de satisfacción.
Pero ese día, quería sentirse cómoda, así que no tomó una Transantiago como siempre, y se fue hasta la Estación Central. Ahí, sabía que estaría cómoda...
Así que se subió a la micro. Los choferes habían dejado de hacer alarde por los escolares, por lo que pasó sin ningún problema sin siquiera mostrar el pase que era de su primo Camilo. Y se sentó al lado izquierdo, en el asiento que daba hacia la puerta trasera, en el lugar donde siempre se sentaba. Cerró los ojos... Y de pronto una voz ya muy conocida de hace años en que había ido a Santiago a ver a su padre que había muerto en un accidente, se escucha en sus oídos... Era él, el amor más grande que había experimentado en una época: Matías.
Matías le dice: "¿Maite?"
Ella no quería abrir los ojos... Su corazón palpitaba con fuerzas, aquella era la primera vez que lo veía en diez años. Y cuando hubo abierto los ojos; Matías ya no estaba. ¿Había sido un sueño?
Buscó por todos lados y no lo encontró.
Cuando iba entrando a la autopista del Sol, Matías vuelve a aparecer, con un rostro entristecido, quién sabe por qué. Entonces Maite rompe el silencio ahora diciendo: "¿Por qué desapareciste, dónde estabas? Hace muchísimo tiempo que no nos veiamos Matías... Estás igual que siempre."
A Matías no le salían las palabras, y con su rostro asintió, no hizo nada más... Sus ojos brillaban como siempre habían brillado cuando la miraba, ella lo podía reconocer, aquello nunca se olvida.
Pero Maite no sintió nada... Matías se convirtió en ese momento, solamente en una persona que no veía hace años... Pero nada, nada más. Había pasado mucho tiempo; diez largos años. Fue el amor de niña más grande que experimentó, pero ya nada era igual. Las cosas cambian...
Lo esperó durante años, pero de tanto esperarlo, sólo llegó el olvido que lo traía consigo. Y se olvidó, se cerró la puerta y nunca más se abrió.

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