Ellos no saben, no tienen idea de la diferencia alegre que hicieron al estar presentes, y al tener eso que me hace despertarme cada lunes martes y miércoles con felicidad, con la esperanza de que será un buen día.
Llegaron a mi vida después de una experiencia digna de cualquier olvido, de mucha angustia y lágrimas con un dolor que no había sentido antes. Y llegaron yo sé, para quedarse. Porque cada cumpleaños feliz de los casi diez que me cantaron, me hacía sentir que no es tan distinto, que fue un cumpleaños igual de acompañado y reido de siempre - y quizás más que muchas veces -. Y que por eso, vale la pena, y cada día compruebo mis razones para quedarme.
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