lunes, 14 de diciembre de 2015

Hace un año

Hoy, hace un año, esperaba con ansias mi nuevo trabajo. Era la mejor oportunidad para entrar al servicio público, para al fin hacer lo que quería... Que era darle lo mejor de mí a quienes menos tenían.
Pero poco a poco, y sin pensarlo, esa ansiedad escondía la angustia, el dolor, el encontrarme frente a frente con lo peor de mí: el miedo a fallar, la autoexigencia, el miedo a lo desconocido y a la soledad.
Y así estuve, aguanté dos meses, sólo dos meses. Y fueron los meses más intensos de mi vida, los más llorados, más sufridos. Pero también fueron los más acompañados, donde aprendí y me enseñaron la lealtad absoluta a pesar de los problemas, de despertar llorando a mitad de la noche y que estuviera ahí, abrazándome, haciéndome cariño. De irme a dejar y a buscarme cada vez que podía.
Si esos horribles dos meses me iban a enseñar eso, valió absolutamente la pena.

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