Lloran las ventanas, el viento las golpea estrepitosamente.
Porque tú no estás, no hay ganas de arreglar.
Lloran las paredes, las humedeció la lluvia.
Es que tú no estás. Falta protección invernal.
Lloran las sillas, nadie las quiere usar.
Porque tú no estás, y está reservado tu lugar.
Llora el segundo piso sin tu risa,
tus hijas no pintan ya tu rostro; no estás.
Llora el baño sin bañarte,
no hay peinetas que sacar con tijeras del pelo de una de ellas... ¿Por qué no estás?
Lloran los autos sin ti,
no hay fiesta en la ciudad. ¿Dónde estás?
Llora la línea cinco, de Pedrero a San Joaquín...
Ahí estás.
Lo peor... Es que ahora mi mamá ha vuelto a llorar ante tu ausencia...
Y tú ya nunca vas a estar.
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