La tarea consistía en dirigirse: mis padres, mi hermana y yo a la casa de mis tíos, pues uno de ellos estaba de cumpleaños. Supongo que todo iba normal... qué feliz estaba todo el mundo y qué alegría ver a todos así.... Pasada la noche nos fuimos a dormir; ya era tarde y a mis cortos seis años seguramente tenía mucho sueño y tenía que descansar. Recuerdo con exactitud el lugar donde dormí, a las personas que miré y lo que hice antes de aquello.
Al otro día, no sé por qué, desperté en la casa de otros tíos, en la misma cama de mi hermana... siempre hemos dormido juntas. No recuerdo por qué llegamos hasta ahí ni cómo, tengo recuerdos vacíos y nubosos de lo que ocurrió de un lugar a otro.
Llegó mi mamá, ella debía darnos una noticia. En realidad no sé, no lo recuerdo bien, pero haya tenido o no que hacerlo, lo hizo.- “Tu tata (así le decíamos con mi hermana a mi tío); está hospitalizado (...)... Y tu papá... tu papá... está muerto.”
Aún veo con exactitud cuántos blancos de confort hacían traslucir esas lágrimas del dolor más profundo que he sentido. No me importa el cómo ni el por qué, pero él se fue y nos dejó sin él; a mí, a mi hermana y a mi mamá.
Hasta hoy pago por ello; cuando estoy conmigo misma y me doy cuenta que no puedo ni quiero desprenderme, que cada vez que me enamoro lo hago perdidamente y, que aunque no siempre entregue todo, lo que sí siempre hago, es involucrar cada segmento de ADN y cada sentimiento. Es que cuando me decían que no tener padre era un problema yo no lo creía; pero ahora entiendo... porque ahora me pasó. Mi padre no está, mi padre no estará y no sé hasta cuando intentaré reemplazar.