domingo, 23 de mayo de 2010

Fin de semana.

Llegado el punto de odiar los momentos porque se acaban después, me doy cuenta que mi vida ya no es otra cosa que FELICIDAD.

Pararnos en frente y saber que no hay otro en el mundo que pueda ser más.
Mirarnos y en el fondo, también en superficies,
tener certezas de que el amor existe.
Quedarme dormida con mi mejilla cerca de tus huesos
y aprovechar este momento porque pronto se lo llevará el tiempo.

lunes, 17 de mayo de 2010

(Des)encuentros (des)esperados.


(Andrea Maturana)


Roce 3.

"(...)
- He sido bastante feliz. He tenido mucho de lo que cualquier persona podría desear. Pero meses atrás desperté y no había nadie al otro lado de la cama. Miré la puerta y ahí estaba Eugenia, de pie y sosteniendo un gran bolso con sus cosas. "Me voy", me dijo. "Nunca dejé de estar sola a tu lado". Y salió con una calma inusitada dejándome ahí, sin saber qué hacer. Ni siquiera lloré, aunque todavía se me atraviesa el dolor. No es una pena por Eugenia o porque se haya ido, sino por lo que me dijo. He estado pensando en eso y me doy cuenta que es verdad: en estar con otro hay el espejismo de una comunión que no alcanzamos nunca (...) Yo sé que Eugenia no me dejó por otro. Que va a salir con su maleta a buscar y que no va a encontrar nunca, porque ese dolor de la separación es como una condena. Yo también lo siento. Por eso quería hablar con usted. Porque la beo subir este ascensor y pienso que alguna vez debe haber querido detenerlo en cada uno de los pisos para ver si a la bajada se encontraba de frente con el hombre que sueña para usted. Y no lo ha hecho por pudor, pero sabe que si lo hiciera jamás encontraría lo que busca porque eso no existe. Porque no podemos liberarnos de nuestra compañera soledad. ¿O no?
- No tiene derecho a decirme eso. Yo no lo conozco. Y usted está muy solo, pero me agrede intentando convencerme de que yo también lo estoy. Eso es cosa mía y a usted no le hace ninguna diferencia lo que a mí me pase. Por favor eche a andar este ascensor y déjeme seguir con mi vida a mi manera.

- ¿Por qué no me mira? Tal vez verme le ayude.
- No sea ridículo. Yo no he venido a pedirle ayuda.
Estoy haciendo el mismo camino que hago todos los días.

- Como quiera.
Aprieta nuevamente el botón que marca el nueve y se aleja de mí. Me siento extraña, cargada de rabia. Ese hombre ha invadido mi espacio de trabajo y mi vida sin ninguna autoridad. Creo que me duele lo que me dijo y creo que no quiero que me importe. Necesito bajarme del ascensor lo antes posible y ver si encuentro algo de calma y distracción en mi eterno nueve.
- Está bien. Bájese. Pero antes de hacerlo, dígame una última cosa. ¿Cómo se llama?

- Eugenia - le digo, y me bajo sin mirarlo, aliviada.
Sé que olvidaré ese episodio con una facilidad insólita.
No puedo recordar a alguien que no huela a nada"



El relato habla por si solo...
Es uno de mis libros favoritos, sobre todo el roce 3.
Lo leí el 11 de septiembre del 2007, en la foto...

miércoles, 12 de mayo de 2010

Y basta.

Basta dejar de caminar y que el brillo del sol se refleje en tus ojos,
basta sólo sentirte, sólo saberte vivir.
Basta tu sonrisa para yo ser feliz,
basta eso y no falta más.

Basta la despedida para comprobar que desde que fui el contigo,
no estoy sola y aunque lo esté siempre estarás.
Basta la distancia para estar cada vez más cerca,
basta todo aunque nunca hayamos imaginado que bastaría.
Y basta para saber que al lado tuyo,
es exactamente donde tengo que estar.

lunes, 10 de mayo de 2010

Mañana.

Mañana se repite la historia hasta cierto día del año pasado. Y espero que cierto día hasta las 18:00 horas. Que mañana sea otra la historia después de las 20:00 horas. Que al entregar las hojas, al arreglar mis cosas, al ponerme la chaqueta o la parka, al abrigarme el cuello, al abrir la puerta, al salir al patio, sepa que no... Que la historia no se vuelve a repetir.

Mi historia y mi problema.


La tarea consistía en dirigirse: mis padres, mi hermana y yo a la casa de mis tíos, pues uno de ellos estaba de cumpleaños. Supongo que todo iba normal... qué feliz estaba todo el mundo y qué alegría ver a todos así.... Pasada la noche nos fuimos a dormir; ya era tarde y a mis cortos seis años seguramente tenía mucho sueño y tenía que descansar. Recuerdo con exactitud el lugar donde dormí, a las personas que miré y lo que hice antes de aquello.
Al otro día, no sé por qué, desperté en la casa de otros tíos, en la misma cama de mi hermana... siempre hemos dormido juntas. No recuerdo por qué llegamos hasta ahí ni cómo, tengo recuerdos vacíos y nubosos de lo que ocurrió de un lugar a otro.
Llegó mi mamá, ella debía darnos una noticia. En realidad no sé, no lo recuerdo bien, pero haya tenido o no que hacerlo, lo hizo.- “Tu tata (así le decíamos con mi hermana a mi tío); está hospitalizado (...)... Y tu papá... tu papá... está muerto.”
Aún veo con exactitud cuántos blancos de confort hacían traslucir esas lágrimas del dolor más profundo que he sentido. No me importa el cómo ni el por qué, pero él se fue y nos dejó sin él; a mí, a mi hermana y a mi mamá.
Hasta hoy pago por ello; cuando estoy conmigo misma y me doy cuenta que no puedo ni quiero desprenderme, que cada vez que me enamoro lo hago perdidamente y, que aunque no siempre entregue todo, lo que sí siempre hago, es involucrar cada segmento de ADN y cada sentimiento. Es que cuando me decían que no tener padre era un problema yo no lo creía; pero ahora entiendo... porque ahora me pasó. Mi padre no está, mi padre no estará y no sé hasta cuando intentaré reemplazar.

Nadie me dijo no.

Sé que mandé a matar mucha gente, sé que pasé por encima de todo lo establecido. Sé también que abusé de mi poder para torturar, para esconder, para hacer callar.
Todo eso lo sé... Ahora estoy aquí mirando el pasto desde el centro de la tierra... Aunque no me sirve de nada haberme dado cuenta de eso ahora. Ahora que vivo sin vivir. Ahora que nadie me ve pero el cargo de conciencia tampoco me deja morir.
Tanto daño hice.
Yo entiendo a los que me odian, pero ¡por qué nadie me entiende a mí! Mi papá nunca estuvo, mi papá nunca me enseñó, nunca nadie me dijo no.

(Augusto Pinochet)

No soy Matías Vicuña.

No me digas Matías Vicuña. No soy el huacho psicológico de Fuguet en Mala Onda. Si camino por las calles de Santiago no veo un pasado que se pisó por falta de optimismo... Veo un futuro que cada día irá mejorando y que miraré con perseverancia.
No, definitivamente no soy Matías Vicuña... Prefiero ser huacho de presencia, que huacho de mente y sentimiento.