sábado, 26 de diciembre de 2009

Estado de Milenko.

"Nadie pierde (repites vanamente) sino lo que no tiene y no ha tenido nunca, pero no basta ser valiente, para aprender el arte del olvido. Ya no seré feliz. Tal vez no importa. La dicha que me diste y me quitaste debe ser borrada. Sólo me queda el goce de estar triste, esa vana costumbre que me inclina al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina. -JL Borges, 1964-"

¡Cierto Borges, cierto Milenkito!

Sólo se pierde lo que nunca se tuvo.

De Rayuela (Capítulo 68).

"Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias."
(Julio Cortázar)

Apenas él le besaba el cuello, a ella se le aceleraba el corazón y caían en estremecimientos, en salvajes respiros, en caricias exasperantes. Cada vez que él procuraba acelerar las circunstancias, se enredaba en un éxtasis quejumbroso y tenía que posarse de cara al corazón, sintiendo cómo poco a poco las venas se unían, se iban acelerando, hinchando, hasta quedar tendido como el sol de atardecer al que se le han dejado caer unas sombras de contraluz. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se sacaba los sostenes, consistiendo e que él aproximara suavemente sus manos. Apenas se rozaban, algo como un chispazo los envolvía, los cuestionaba y estremecía, de pronto era el amor, la exasperada unión de las pieles, la conmovedora entrada del orgasmo, los alivios del placer en una sobrehumana comunión. ¡Dios! ¡Dios! Exclamados en la atmósfera del sentimiento, se sentían tocar, lunas y soles. Temblaba el colchón, se vencían las ganas, y todo se resolvía en un profundo beso, en roces de cansadas manos, en caricias casi crueles que los separaba hasta el límite de las lágrimas.
(Javiera Cerda)

No he leido Rayuela, tampoco creo que lo haga. Pero ésta es la razón del por qué quería leerlo. Me trae recuerdos de Humanistas, donde inocentemente todos nos creiamos escritores y poetas; y nos obligaban a creerlo así. Sin embargo, yo era feliz haciéndolo... No había mayor competencia (sí la había, no tanto... pero la había), no existía vergüenza ante qué pensará el otro. Y todos teniamos el poder de crear, como quisiéramos, lo que nos pareciera. Nadie nos venía a hacer preguntas capciosas ni nos venía a poner a prueba. Este era Julio Cortázar para nosotros; el que describía el amor tal cual, puesto que el amor y el sexo; no tienen definición ni descripción posible. Así que por eso; mejor un lenguaje propio. A ver si se entiende.
Recuerdo que todos teniamos que leer el nuestro, y en ningún momento alguien coincidió con otro. Es que somos diferentes; cada ser humano es diferente a otro. Por eso, el entendimiento cambia también. Y el escritor se vuelve ceniza ante sus palabras, es lo único que queda. Y si nunca leiste su biografía, su contexto, si nunca supiste qué le sucedía en pensamientos y en el dolor; nunca podrás responder a la pregunta: ¿cómo escribe Julio Cortázar?

Usted acabó conmigo y con mi escaza literatura.

jueves, 24 de diciembre de 2009

No había leido instrucciones para llorar.

"Instrucciones para llorar. Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos."


¿Qué quería decir Julio Cortázar? ¿Lo contrario? ¿Algo "ná que ver"? ... No creo.

Me gusta instrucciones para llorar... Aunque se equivoque porque a veces el llanto dura mucho más. Y aunque no sirvan para los hombres (y también algunas mujeres) incapaces de llorar...

sábado, 12 de diciembre de 2009

La tregua - Mario Benedetti.

"Lunes 24 de febrero. Es evidente que Dios me concedió un destino oscuro. Ni siquiera cruel. Simplemente oscuro. Es evidente que me concedió una tregua. Al principio, me resistí a creer que eso pudiera ser la felicidad. Me resistí con todas mis fuerzas, después me di por vencido y lo creí. Pero no era la felicidad, era sólo una tregua. Ahora estoy otra vez metido en mi destino. Y es más oscuro que antes, mucho más."


"La vida se va, se está yendo ahora mismo, y yo no puedo soportar esta sensación de escape, de acabamiento, de final. Este día con Avellaneda no es la eternidad, es sólo un día, un pobre, indigno, limitado día, al que todos, desde Dios para abajo, hemos condenado. No es la eternidad pero es el instante, que, después de todo, es su único sucedáneo verdadero. Así que tengo que apretar el puño y gastar esta plenitud sin ninguna reserva, sin previsión alguna."

lunes, 7 de diciembre de 2009

Recuerdos

Me gustaría que los recuerdos nunca dejasen de recordarse, que no fueran luego parte del olvido, que los pudiera conservar intactos en algún lugar de mi casa para luego volver a repasarlos y sentir la misma sensación, oler el mismo aroma, ver las mismas caras y tener en mi boca el mismo sabor.
Me gustaría que la memoria nunca dejase de hacer memoria, que los momentos que he vivido no los esfumase el tiempo para dar paso al presente o al futuro.
No quiero olvidar lo que he vivido, no quiero dejar de tener lo que tuve y tengo ni acabar con la oportunidad de mil te quiero y un te amo. No permitiré borrar de mí a las personas, los lugares, los tiempos, las palabras, los abrazos, los besos ni los momentos que he vivido, porque aquellos construyen mi presente y van a influír enormemente en lo que me queda por vivir.
Y si los recuerdos fueran un objeto, seguramente, serían para mí una flor; porque aunque se marchite, aunque cambie su forma, se extinga su olor, siempre se puede conservar, aunque nada sea igual.

Ausencia




He sido la princesa de un cuento de hadas repleto de sorpresas y de magia.
He recibido chocolates para endulzarme el alma y ser más dulce aún.
He sido la muñequita de porcelana que reía por todo y nunca lloraba.

He formado el mundo de uno que no tenía más a qué recurrir.
He sido el sol que ilumina cada día y da calor.
He tenido ojos de papel por no querer quedarme y continuar.
He sido flor por la blancura que emana de mi cuerpo, por la pureza de mis movimientos.
He sido la secta, la religión, he sido todo y he sido nada.
He buscado en otros el amor de sólo uno, y para ése, jamás sabré qué fui, porque ya no está aquí.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Inventario.

Dos amores, siete dolores, cuatro fracasos, tres derrotas que me hicieron ganar; un perdón.
Cinco y dos menos, dos grandes amigos y unos trece o quince amigos más.
Una batalla y dos guerras ganadas, toda una vida por querer ganar.
Pocas lágrimas y más sonrisas, una decepción. Una mala y muchos buenos.
Y millón de nuevo conocimiento...

¿Y si quedo? Perderé bastante...