No es temor a expresarme, muero y revivo de ganas mil veces de hacerlo, pero debo cumplir tu regla de exclusiva amistad, la primera y la única que respeto en señal de oculta protesta a esa norma que no me deja mostrarte mis locuras pero que me hace perder la cordura.
Esa frentecita segura donde termina tu cuerpo y donde escondo mis deseos, mis anhelos y la que cubre mis indudables frustraciones, porque sabes que es amor lo que siento, pero no conoces la dimensión del dolor de tener que contenerme en cada instante que compartimos juntos, y que se multiplica en todas esas milésimas de segundo en la que pienso en ti siendo para mí. Y los momentos que te dedico para acercarme un poquito más entre broma y broma, el angelito de la petición que transformó mis sueños en pesadilla.
(Pablo Mayer)