domingo, 23 de octubre de 2011

Esa frentecita...

Esa frentecita blanca como una nube sin forma que cobra mil formas en mi imaginación, donde me proyecto contigo. Porque es lo que más te miro... Si hablo en serio, porque siempre está la tentación latente de mirar tu radiante carita pero opto por tu frente... Porque si te veo directamente será evidente todo lo que siento por ti, y será impredecible la locura que puedo llegar a cometer.
No es temor a expresarme, muero y revivo de ganas mil veces de hacerlo, pero debo cumplir tu regla de exclusiva amistad, la primera y la única que respeto en señal de oculta protesta a esa norma que no me deja mostrarte mis locuras pero que me hace perder la cordura.
Esa frentecita segura donde termina tu cuerpo y donde escondo mis deseos, mis anhelos y la que cubre mis indudables frustraciones, porque sabes que es amor lo que siento, pero no conoces la dimensión del dolor de tener que contenerme en cada instante que compartimos juntos, y que se multiplica en todas esas milésimas de segundo en la que pienso en ti siendo para mí. Y los momentos que te dedico para acercarme un poquito más entre broma y broma, el angelito de la petición que transformó mis sueños en pesadilla.


(Pablo Mayer)

sábado, 15 de octubre de 2011

No sabía o lo había olvidado.

No sabía dónde terminaba ella y dónde empezaban los demás, los de más cerca.
No sabía o lo había olvidado.
No sabía que los demás eran demás, eran otros, no era ella, que nunca nadie podría fusionar su fin ni su empezar.

No sabía que había cosas que aunque supiera que nunca haría las haría.
No sabía o lo había olvidado.
No sabía que no podía saber algo que no sabía, que nunca había tenido la oportunidad de saberlo o no, de comprobarlo no sólo por pensamientos o sentimientos.

No sabía que había estado toda su vida sin soledades, que estaba acostumbrada a hacerlo así, a que fuera la única manera de relacionarse con el mundo, con la vida, con ella misma.

No sabía que el caminar sola no significaba estarlo, ni que sentirse sola significaba estarlo.
No sabía o lo había olvidado.
No sabía que nunca estaría sola, que aunque se sintiera no lo estaría, que nunca debería sentirse sola.

No sabía que las decisiones provocaban un espacio de tranquilidad inagotable,
que era diferente que las cosas le pasaran a que las cosas las hiciera, las decidiera.
No sabía, no lo había olvidado.