sábado, 30 de agosto de 2014

Continuidad de los parques

Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.

Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.

Julio Cortázar.

lunes, 21 de abril de 2014

Coincidir

Tantos siglos
tantos mundos
tanto espacio

... y coincidir.

domingo, 16 de febrero de 2014

Qué ganas de que sea falso el dicho que dice que uno no elige a su familia.
A veces me gustaría poder elegir mandar a la cresta esta familia. Ser de otra parte...

viernes, 7 de febrero de 2014

La cita

http://www.youtube.com/watch?v=bAB8vb7vurk&feature=kp




Pasan las horas y de mí no queda nada.
Pasan las horas, decido marcharme y tú no viniste.



El tiempo todas las batallas vence.

domingo, 19 de enero de 2014

Finales

Estamos llegando al destino, hay que empezar a preparar las maletas: ver qué ropa llevarse y cuál dejar. Qué accesorios servirán y cuáles serán mejor olvidar.
Aparece la nostalgia junto a la alegría, la curiosidad de saber qué pasará cuando el avión parta.
Aparece la pregunta por si seguirá consumiendo marihuana, si la mamá la dejará irse a la casa del papá, si seguirá cortándose los brazos cada vez que no puede hablar, si dejará de sacarse el pelo, si sus papás dejarán de discutir frente a sus hijos, si se psicotizó o sólo era identificación, si habrá quedado embarazada, si dejará de ser el alfil y alguna vez será el débil rey...
Tantas cosas seguirán pasando con todos ellos y yo no podré saber. Sólo fui el comienzo de su despegue y lo único que puedo esperar es que el otro capitán, los lleve al lugar de la adultez.

Al final eso es la psicoterapia... Dejar.

martes, 7 de enero de 2014

Hagamos un trato

Compañera usted sabe
puede contar conmigo
no hasta dos o hasta diez
sino contar conmigo

Si alguna vez advierte
que a los ojos la miro
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense que deliro

A pesar de esa veta
de amor desprevenido
usted sabe que puede
contar conmigo.


jueves, 2 de enero de 2014

Pétalos de sal

Furioso pétalo de sal
la misma calle, el mismo bar
nada te importa en la ciudad si nadie espera.
Ella se vuelve carmesí,
no sé si es Baires o Madrid
nada te importa en la ciudad si nadie espera.
Y no es tan trágico mi amor
es este sueño, es este sol
que ayer pareció tan extraño
... o al menos tus labios.


miércoles, 1 de enero de 2014

Punto final.

Está llegando el punto que no es aparte, llegan los fuegos artificiales de los últimos que habrán.
Va quedando sólo lo aprendido, lo que no se lleva el otoño ni la lluvia de invierno.
Ahora más que nunca, empezará la (no)certeza de lo que pasará después.
Las ganas de llorar, las ganas de gritar y de reír, todo junto, a la vez.
Se van los recuerdos, los que serán recuerdos de otros recuerdos.
Y pareciera que con el cambio, también se está yendo todo lo demás.
Y aunque se vaya todo, lo único que no se va es lo mucho que me cuesta cuando todo se va.