Salí como todas las veces que salgo de mi casa y los perros de la plaza empezaron a perseguirme. Había uno especialmente molestoso y pareciera que no fuera el mismo de siempre que me acompaña, porque uno le gruñía mucho. Después de un rato caminando ya casi no me molestan, y llegado al paradero se concentran en los perros que siempre hay ahí. De pronto pasó rápido por delante mío un perro que nunca había visto, parecía esponja, tenía el pelo enredado y medio café. Era un perro que pareciera que siempre había vivido en esa misma calle o en algún pasaje, quizás era un perro de casa que había salido y estaba perdido porque no se movía con mucha seguridad. Le tenía miedo a los perros que me habían perseguido.
Después se empezó a esconder atrás de una señora, porque el Rucio le estaba mirando muy feo. La señora se corría y él intentaba volver atrás, pero luego se cansó y se fue donde mí. A mí me da miedo el Rucio, ha mordido a hartos perros y me da la impresión que también a personas, así que también me corrí un poco, no porque no quisiera defender al perrito, sino porque el Rucio de seguro se iba a poner a pelear.
Pasó un rato y la micro se demoraba, el perrito se fue bien hacia atrás, pensé que se había ido. Llegó una 113e, estuvo detenida harto rato y se subió mucha de la gente que estaba en el paradero, quedamos tres, la micro se fue. Se escuchó un sonido extraño, seguramente del perrito que había estado escapando, quizás qué le había hecho el Rucio. Miro para atrás y el Rucio estaba al costado de la micro, la micro pasa y el perrito chascón estaba ahí debajo, ladrando por última vez y moviendo las patas muy rápidamente. Le empezó a salir sangre y todos los perros lo rodearon. Se quedó ahí, estaba en mitad de la calle, yo sabía que había que sacarlo de ahí para que no volvieran a atropellarlo, nadie lo hizo ni yo. Llegó una 111, y de pronto el chofer abre su puerta y se baja, agarra al perro de las cuatro patas y lo mueve para la punta de la vereda. Cómo quise a ese chofer...
