jueves, 21 de junio de 2018

Qué será de nosotros

Y entonces uno responde preguntando qué tal, y en el fondo estás preguntando otra cosa. Y ella dice "bien", y ahora te da la sensación de que en el fondo, no sé, te está diciendo otra cosa.
Así que finalmente os das un beso. Y ella se da vuelta, camina por la calle y tú te quedas allí en medio, mirando cómo se marcha, cómo se mete en su mundo familiar.
Y tú te vas, y no es que este encuentro cambie todo, ¿sabes?, no es que revolucione tu vida y que de repente andes obsesionado o cabizbajo, pero no sé, ¿sabes?...
Algunas tardes de domingo cuando no suena el teléfono, cuando hace mucho frío, cuando vuelves de un viaje. De repente te preguntas qué hubiera pasado.

Dulce memoria.

Odio las canciones de amor que traen tu recuerdo a mi casa
Ya ves, a veces me canso de mí, de no tener valor para buscarte y cometer todo delito que este amor exija
Si se callase el ruido, quizás podríamos hablar y soplar sobre las heridas
Si no ves más allá de tu horizonte, estaremos perdidos
Siempre al otro lado de tu frontera
No estarás sola, siempre habrá quien se parta en dos en cada despedida
Nunca dejes de buscarme, la excusa más cobarde es culpar al destino
Procuraré mantener la luz encendida por si se te ocurre volver derrepente
Y así te escribo, me hago un té, me duermo. Salgo de casa, me digo que estoy bien, me miento.
Llueva, nieve o truene, yo te esperaré siempre
Y yo te diría, no sé, que las cosas van a marchar bien
La curva de tu espalda, el hueco en el que anido
Que andarás haciendo ahora
Seremos otros, seremos más viejos, y cuando por fin me observe en tu espejo, espero al menos que me reconozca, me recuerde al que soy ahora
Ven, acércate a mí, que otras primaveras te han de llevar muy lejos de mí
La noche debilita los corazones
De por qué te extraño aunque me olvides.

domingo, 17 de junio de 2018

La Albita.

Así era ella, su nombre lo decía: era pura luz. Vivía por los demás. Y era como una hormiguita, chiquitita y trabajadora, me acuerdo de su sonrisa y me pongo contenta.
Una vez fuimos al cementerio, limpió completa la lápida de mi papá, lo dejó bonito.
Yo era como su hija, nadie puede decir lo contrario. Y ella era como mi mamá.
Lo que siento al haber dejado de verla es eso; es como si mi mamá se hubiese ido y no la hubiese visto más.
Pero esa luz se quedó en mí, en todos los recuerdos, en las veces que lloro echándola de menos.

Me conformo con eso.