domingo, 17 de junio de 2018

La Albita.

Así era ella, su nombre lo decía: era pura luz. Vivía por los demás. Y era como una hormiguita, chiquitita y trabajadora, me acuerdo de su sonrisa y me pongo contenta.
Una vez fuimos al cementerio, limpió completa la lápida de mi papá, lo dejó bonito.
Yo era como su hija, nadie puede decir lo contrario. Y ella era como mi mamá.
Lo que siento al haber dejado de verla es eso; es como si mi mamá se hubiese ido y no la hubiese visto más.
Pero esa luz se quedó en mí, en todos los recuerdos, en las veces que lloro echándola de menos.

Me conformo con eso.

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