El 2019 fue un año difícil porque tuve que flexibilizar espacios de identidad de los que había estado acostumbrada por 28 años.
Fue un año donde volví a sentir la soledad en algunos ámbitos de mi vida, donde encontré formas de apoyo en desconocidos, donde sentí extrañeza de mí misma; de quien había sido.
El 2019 vino a remecer la juventud, a hacerme re-pensar situaciones y momentos del pasado. Vino a reencontrarme con la tristeza, con la rabia y la frustración de familiarizarme con cosas que estaban fuera de mi control.
Y esta foto lo grafica muy bien.
La sonrisa de una guata plana, y la pena que se esconde detrás de la piel, de lo que no se ve.
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