viernes, 5 de marzo de 2010

Primer encuentro.

Un día me dijo que podría comer, comer y comer hasta engordar, para que así fuese sólo él quien me quisiera. Ese mismo día, supe que esa voz había estado esperando. Una voz que no busqué y que nunca quise reconocer... Ahí estaba. Hoy habita en mí, en lo que soy; en instantes de pensamientos, y en eternidad, el sentimiento.
Fue justamente cuando me di cuenta que aquello ocurría, cuando ladró. Yo no supe cómo reaccionar, me parecía estar en un cuento fantástico, que ahora el ser humano se convertía en perro. Moví mi pie, y traté de hacer como si no escuchara esas voces, esos ladridos... Esos gritos que rogaban de mí.
Pero no demasiado tarde - creo - me di vuelta... Me di cuenta que movía la cola. Y descubrí que mi regreso le hacía feliz. Hoy sé, con certeza, que su felicidad a mí, me hace más que feliz.


Y me gusta ser feliz.

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