La miro, intento escucharla, intento seguir el hilo de su conversación. Dice algo y me voy, empiezo a pensar en mí, me conecto con mi dolor, se me llenan los ojos de lagrimas. Intento volver, la escucho nuevamente ahí donde me sigue hablando, la miro y me dan ganas de pedirle perdón por no poder, por no tener mente para escucharla sin que me duela todo el cuerpo.
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