Hay momentos en que me canso de la vida, que se me viene como una tormenta, como un tsunami que arrasa con todo lo que está claro. Y me empiezo a cuestionar todo, sobre todo mis capacidades.
Aparece la angustia como única emoción posible, me revuelve la mente y los pensamientos, aparece y se queda, se queda y se queda.
Trae también castigos, me empiezo a castigar por mis decisiones, me siento culpable de mi presente y vivo como un infierno lo que ha sido.
Me cuesta pensar en mí, en esto de trabajar cuidando a otros me descuido, hago cosas que no quiero o que no puedo. Y es un aprendizaje constante cuidarme, mirarme desde afuera y cuidarme.
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